Cando descubrimos que a vida é unha
rayuela, que non podemos controlala, cando
renunciamos a atrapala e nos abandonamos ao seu movemento, entón acontecen
cousas máxicas.
¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado
asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y
apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las
formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando
de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el
agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar
en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa,
convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras
vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel
rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.
Julio Cortázar, Rayuela
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