El mundo desperdicia 1,300 toneladas de comida al año
"No se puede seguir utilizando como coartada la crisis
global actual"
“Las iniciativas y las soluciones posibles son muchas y no
se limitan al aumento de la producción. Es bien sabido que la producción actual
es suficiente y, sin embargo, hay millones de personas que sufren y mueren de
hambre: esto, queridos amigos, constituye un verdadero escándalo. Es necesario,
pues, encontrar la manera de que todos puedan beneficiarse de los frutos de la
tierra, no sólo para evitar que aumente la diferencia entre los que más tienen
y los que tienen que conformarse con las migajas, sino también, y sobre todo,
por una exigencia de justicia, equidad y respeto a todo ser humano.
Creo que el sentido de nuestro encuentro es el de compartir
la idea de que se puede y se debe hacer algo más para dar vigor a la acción
internacional en favor de los pobres, no sólo armados de buena voluntad o, lo
que es peor, de promesas que a menudo no se han mantenido. Tampoco se puede
seguir aduciendo como coartada, la crisis global actual, de la que, por otro
lado, no se podrá salir completamente hasta que no se consideren las
situaciones y condiciones de vida a la luz de la dimensión de la persona humana
y de su dignidad.
La persona y la dignidad humana corren el riesgo de
convertirse en una abstracción ante cuestiones como el uso de la fuerza, la
guerra, la desnutrición, la marginación, la violación de las libertades
fundamentales o la especulación financiera, que en este momento condiciona el
precio de los alimentos, tratándolos como cualquier otra mercancía y olvidando
su destino primario. Nuestro cometido consiste en proponer de nuevo, en el
contexto internacional actual, la persona y la dignidad humana no como un simple
reclamo, sino más bien como los pilares sobre los cuales construir reglas
compartidas y estructuras que, superando el pragmatismo o el mero dato técnico,
sean capaces de eliminar las divisiones y colmar las diferencias existentes. En
este sentido, es necesario contraponerse a los intereses económicos miopes y a
la lógica del poder de unos pocos, que excluyen a la mayoría de la población
mundial y generan pobreza y marginación, causando disgregación en la sociedad,
así como combatir esa corrupción que produce privilegios para algunos e
injusticias para muchos”.
Francisco a la FAO
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