Por una vez, la lección se la dio esta semana uno de los
jóvenes que cumplen medidas en el Centro de Menores Concepción Arenal de
Palavea a sus cuidadores. A ellos, y al resto de ciudadanos, porque los
prejuicios están ahí, y están ahí, precisamente, para romperse a golpe de
gestos como el de este chaval, que el lunes entregaba una cartera que acababa
de encontrar tirada en la calle, con 140 euros en su interior.
“Vi que tenía dinero, porque se notaba, así que se la llevé
al guardia de seguridad y le pregunté cómo hacer”, cuenta el protagonista,
después de reconocer que, por un momento, se vio tentado a hacer lo que haría
la mayoría en su caso. “Sí que se me pasó por la cabeza quedármelo, pero ahora
sé que hice bien. Todos me felicitaron y la madre de mi novia me dijo que
estaba orgullosa; fue la primera vez que me lo decía”, comenta orgulloso el
adolescente.
Casi más felices que él están los responsables de su educación
dentro del centro, que ayer destacaban el valor de esta “experiencia
educativa”. “Estamos de fiesta, esto no pasa todos los días”, celebran.
Y más contenta todavía se encuentra Eva, la veinteañera
propietaria de la cartera, que ayer mismo acudía al centro de Palavea a
recibirla de manos del joven. “Me alegro de que todavía quede gente así. Una
vez encontré una cartera en una discoteca y también la devolví, pero pensando
que eso nunca me iba a pasar a mí”, reflexiona.
Apenas unas horas después de verse sin dinero ni tarjetas y
antes incluso de saber a ciencia cierta dónde había perdido la cartera recibía
la llamada del centro. Como reconocimiento a quien, como poco, la salvó de
tener que renovar todos sus documentos, la joven entregó al interno 20 euros,
un buen detalle para él y, al tiempo, un precio bajo para la lección de civismo
que ha protagonizado.
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